INTEGRAR EL TRAUMA SIN REVIVIRLO
- Astrid Roman G
- 18 oct
- 5 Min. de lectura

Durante mucho tiempo se creyó que para sanar un trauma era necesario revivirlo o “soltar” toda la carga emocional asociada. Hoy sabemos, desde la neurobiología y la práctica terapéutica, que este enfoque puede ser contraproducente. La mente y el cuerpo no necesitan revivir el dolor, sino reintegrar lo que quedó separado.
Microactivaciones del sistema: cómo pequeñas dosis de experiencia pueden restablecer el flujo energético y psicológico
Diversas corrientes de la psicología contemporánea como la Somatic Experiencing de Peter Levine o los modelos basados en la reconsolidación de la memoria de Joseph LeDoux, Karim Nader y Bruce Ecker, han mostrado que el trauma no se origina únicamente en el evento vivido, sino en la incapacidad del sistema nervioso para procesar la intensidad de esa experiencia en el momento en que ocurrió. Lo que queda activo no es el hecho en sí, sino la energía que no se descargó y las respuestas de defensa congeladas.
El trabajo terapéutico actual se centra en exposiciones dosificadas o microactivaciones, es decir, momentos cortos y controlados en los que la persona entra en contacto con una parte o la sensación corporal relacionada con el trauma, dentro de un contexto seguro. Esto permite que el sistema nervioso procese la carga de forma gradual, sin desbordarse ni retraumatizarse.
Este principio se correlaciona en la dimensión energética. En las tradiciones que hablan del cuerpo sutil, el trauma se manifiesta como una interrupción de la fuerza vital a través de los chakras. No quiere decir que los centros se cierren en sentido literal, sino que son zonas donde la energía se encuentra limitada por contracción o exceso de defensa. En estos casos, las microactivaciones dejan que la energía se reorganice de manera natural.
El proceso en relación con los chakras
Muladhara - Chakra base
El primer centro está vinculado con la seguridad y el arraigo. El trauma altera esta base, generando desconfianza en la vida y desconexión del cuerpo. En la exposición dosificada, la persona aprende que puede sentir y permanecer segura al mismo tiempo. Esto restablece la estabilidad fisiológica y energética.
Svadhisthana - Chakra del sacro
Cuando la fuerza vital se contrae, se limita la capacidad de sentir placer, movimiento y emoción. A través de microactivaciones seguras, las sensaciones reprimidas comienzan a moverse nuevamente, sin que la persona pierda su centro. Recuperar este flujo significa recuperar la espontaneidad natural y el disfrute sin culpa.
Manipura - Chakra del plexo solar
El trauma genera impotencia. Liberar gradualmente la energía retenida permite recuperar la capacidad de acción y decisión. La persona ya no reacciona desde la defensa, sino que responde desde una fuerza interior estable. Se siente más confiado en su autonomía y establecer límites sanos. Puede decir que no sin culpa o que sí sin miedo.
Anahata - Chakra del corazón
Aquí se integra la energía de los centros inferiores. Al liberar bloqueos previos, surge la capacidad de sentir empatía y conexión sin miedo. Surge una nueva compasión natural hacia los demás, porque reconoce que todos los comportamientos humanos -incluso los más destructivos- surgen de la misma dinámica de defensa y desconexión.
El sistema nervioso y el energético se autorregulan, y la persona puede experimentar emociones intensas en el plano emocional, energético y espiritual sin colapsar, huir ni endurecerse.
Vishuddha - Chakra de la garganta
La regulación corporal y emocional da paso a una comunicación más abierta y real. La persona puede hablar desde cualquier experiencia sin retraerse ni dramatizarla. El lenguaje se comienza a convertir en una extensión natural de todo su proceso de integración.
Ajna y Sahasrara - Chakras del tercer ojo y Chakra Corona
Cuando la energía fluye libremente, la percepción se vuelve más amplia. El pasado se reconoce como parte del presente y no como algo que necesita corrección. La persona comprende que lo que antes parecía un bloqueo forma parte del movimiento total de la conciencia.
Cómo se ve esto en la vida cotidiana
Cuando la energía comienza a fluir, el sistema nervioso se vuelve más flexible. Toleras mejor la intensidad emocional, reaccionas menos desde la defensa y respondes con mayor presencia. Situaciones que antes parecían amenazantes -críticas, conflictos, pérdidas o exposición emocional- la vives ahora como experiencias que pueden ser observadas y comprendidas.
A nivel relacional, amplías la capacidad de intimidad. Dejas de percibir el contacto con los demás como un riesgo y se convierte en una oportunidad de conectar. También cambia la relación contigo mismo. Ya no buscas evitar el dolor o forzar la calma, sino te permites que las emociones surjan y se transformen porque tienes un espacio interno más amplio.
Fisiológicamente, se nota una respiración más libre, un cuerpo más suelto y una sensación de tener más energía disponible. Tu organismo ya no necesita estar contraído para mantener a raya lo que te da miedo. Si antes había rigidez, ahora hay calor, movimiento o incluso lágrimas espontáneas porque el cuerpo descarga e integra.
Esta disponibilidad energética se traduce en que ahora tienes mayor claridad mental, creatividad y espontaneidad.
Una nueva perspectiva
La principal implicación de este proceso es un cambio en la forma de percibir la realidad.
Cuando el sistema deja de operar desde la defensa, la conciencia puede incluir lo que antes excluía. El trauma deja de verse como algo que “no debería haber ocurrido” y se integra como parte de la historia que dio forma a tu vida presente. La energía que antes se usaba para mantener la separación ahora se convierte en conciencia.
Desde una perspectiva no dual, de la terapia sistémica o de somatización con la que solemos trabajar, la integración no la hacemos buscando eliminar el dolor ni en alcanzar un estado ideal, sino viendo que todo surge como parte del mismo campo de la existencia. Reconoces tu cuerpo, tus emociones y tu mente como expresiones de la misma inteligencia autorreguladora.
Cuando integras o encarnas eso, sueltas la necesidad de controlar o resistirte, te rindes. Empiezas a vivir las experiencias con menos juicio y más claridad. Empiezas a ver la vida tal como es, sin necesidad de interpretarla desde el pasado ni de perseguir la idea de una versión más perfecta de tí mismo.
Cómo saber si esto es para mí
Cuando trabajamos en integrar la energía ya sea con la terapia sistémica o transpersonal y otras terapias somáticas de integración y expansión de la conciencia individual, no abordamos un proceso meramente místico y tampoco es un acto de voluntad. Promovemos una reorganización natural del sistema. Para eso, se le ofrece a la persona un entorno de plena conciencia. La persona debe sentirse en un espacio seguro y contenido. Debe sentirse en confianza y sostenido por su terapeuta o guía.
Las microactivaciones, tanto en el plano psicológico como en el energético, permiten que la experiencia incompleta que vivió en el pasado se integre y la energía vuelva a su cauce. A veces la persona ni siquiera tiene conciencia o recuerdo de algún evento traumático o chocante, pero su realidad actual indica que la energía no estaba fluyendo con todo su potencial o la persona se siente fragmentada.
Siempre es importante cerciorarte de la coherencia que te muestra quien vaya a trabajar con tu energía. Cómo es su vida, qué te transmite y luego confía en que la inteligencia superior está haciendo todo el trabajo. Es un llamado interno.
Luego de esa experiencia de integración, tu vida puede seguir siendo la misma, pero ahora vista sin las distorsiones del miedo.
Ya no hay una parte que lucha por sanar y otra que necesita ser sanada. Te ves como un sistema completo, de cuerpo, energía, mente y espíritu funcionando de manera coherente.
OM Namah Shivaya
Mucho amor,
Astrid 🌬️❤️🕊️✨




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