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EL ORGULLO COMO PUERTA AL DESPERTAR

  • Foto del escritor: Astrid Roman G
    Astrid Roman G
  • 10 may
  • 11 Min. de lectura


Bhoga y Moksha – dos formas de caminar el mundo


Antes de hablar del orgullo, quisiera hacer una pequeña distinción que puede ayudar a leer estas líneas sin juicio ni resistencia.


Según ciertas tradiciones orientales antiguas, como el tantrismo clásico, el Advaita Vedanta o el budismo, en la vida, podríamos decir que hay dos orientaciones posibles en la experiencia humana: Bhoga y Moksha.


Bhoga, palabra del sánscrito que se puede traducir como ‘disfrute’, es la búsqueda de felicidad a través de la experiencia sensorial. Todos los seres humanos comenzamos nuestro camino aquí, evitando el dolor y buscando la felicidad y el disfrute terrenal. Para ello, nos enfocamos en ser buenas personas, ayudar a otros, alcanzar logros materiales o espirituales, etc.


El otro camino es Moksha, que se traduce como ‘liberación’. Es el camino de la autorrealización o hacer consciente la naturaleza del Ser. Es buscar trascender las limitaciones de la mente y ver la verdad, liberándose uno de la rueda del Samsara de vidas y muertes. La intención es darse cuenta que ninguna experiencia, por noble o virtuosa que sea, puede darnos dicha duradera. 


Entonces, este artículo está escrito con la invitación a reconocer que puedes querer uno de los dos caminos, e incluso ambos. Solo que quizás llega un momento en que la búsqueda externa ya no basta, y surge un anhelo de descanso, de dejar de correr detrás de la próxima promesa de felicidad, en ese caso el deseo de Moksha debería ser la prioridad.


Si Bhoga predomina -que es perfectamente entendible y natural porque todos buscamos la felicidad- se sostiene la ilusión de dualidad entre la felicidad y el sufrimiento.


Se dice que Bhoga es como seguir en el sueño aunque es un lindo sueño. Moksha sería despertar del sueño, y aunque la vida algunas veces pueda parecer una pesadilla, o un lindo sueño, se entiende que no es la realidad última. 

Bhoga

Moksha

Estar en el sueño

Despertar del sueño

Buscar placer, evitar dolor

Reconocer la ilusión

Identificarse con lo irreal

Ver lo Real

Oscilación en la dualidad

Estabilidad en la conciencia

Felicidad condicionada

Dicha no dependiente (ananda)


Lo lindo de todo esto, es que Moksha no niega la importancia de Bhoga, el mundo ni la experiencia, porque de hecho, cuando logramos quedarnos con lo que hay sin escapar, algo pasa internamente, y el disfrute aparece sin necesidad de buscarlo.


Desde esta distinción, podemos observar cómo ciertas emociones, como el orgullo, reflejan en qué punto nos encontramos, y qué orientación predomina en nuestra experiencia.


Expresiones Temporales de la Conciencia


Dicen algunas tradiciones no dualistas, que como expresiones temporales de la Conciencia -la naturaleza del Ser-, hay cuatro capas que nos componen: el vacío (sunya o the void en inglés), la energía vital (prana), la mente o cuerpo sutil, y el cuerpo físico. También se explica cómo el sufrimiento surge al identificarnos exclusivamente con alguna o varias de estas capas:


  1. La capa del vacío es comprendida como la experiencia del silencio total, del espacio interior donde no hay forma, pensamiento ni objeto, como en el sueño profundo. Es potencialidad pura, comparable a lo que hoy define la física cuántica como el campo unificado.


    En meditación algunos lo pueden sentir como mucha paz, otros como un vacío aterrador. A veces quienes atraviesan este tipo de experiencias se pueden llegar a identificar solo con esta capa y  apegarse a esa paz que se percibe en estados elevados de conciencia. Esto los puede llevar a querer retirarse de la cotidianidad, a rechazar la vida mundana, con una visión trascendentalista. El orgullo suele surgir al pensar que el vacío es superior al mundo.


  2. La capa del prana se entiende como la fuerza que da vida. Esta energía fluctúa naturalmente: hay días en que nos sentimos llenos de vitalidad, y otros en los que estamos más bajos. Cuando nos identificamos con esta capa tendemos a decir cosas como: “soy energético”, “soy una persona motivada”. No suele observarse como un estado cambiante sino como una identidad permanente.


  3. La capa del cuerpo sutil incluye la mente, el ego, la atención, y las impresiones sensoriales. Es desde aquí que interpretamos el mundo. Identificarse con esta capa puede llevar a creer que “somos” los pensamientos o emociones, heridas o logros pasados, en lugar de reconocerlos como fenómenos que aparecen y desaparecen en nuestra experiencia.


  4. La capa del cuerpo físico se reconoce como la más densa. A veces, al creer que el cuerpo es todo lo que somos, se genera sufrimiento, ya que su forma cambia, envejece y eventualmente muere. La autoestima puede volverse frágil si depende únicamente de la apariencia o el rendimiento corporal. 


Todos, en algún momento del camino, podemos quedar fascinados por una o varias capas. Esto es parte del juego de la conciencia, todas son expresiones legítimas, y cada una tiene su lugar. No es que esté mal identificarse con ellas, solo que tienden al sufrimiento.


La propuesta de los maestros es dejar de luchar con la realidad y con compasión a nosotros mismos ir removiendo el velo de la ignorancia que nos hace identificarnos exclusivamente con ellas. 


La invitación es a que contrastes las enseñanzas con tu experiencia directa y compruebes si te pasa algo similar y si tiene sentido para ti la propuesta de los maestros.



El Orgullo puede ser una puerta para identificar nuestro estado de Conciencia 


El orgullo en su expresión luminosa puede ayudar a formar una autoestima sana, una apreciación consciente de cómo la vida se expresa de forma única a través de uno. Uno se reconoce como un instrumento de creación y nos sentimos maravillados por lo que la vida es capaz de manifestar a través de nuestra persona, ser co-creadores y testigos del milagro de vivir.


También nos puede ayudar a salir de momentos oscuros, impulsarnos a seguir adelante al ver que hemos logrado lo que antes creíamos imposible. Nos puede ayudar a restituir nuestra dignidad si hemos atravesado por momentos de opresión o abuso y de alguna forma hemos logrado cambiar esa situación con valentía. 


El orgullo suele estar más relacionado al camino de Bhoga, o la búsqueda de satisfacción a través de la experiencia que surge de estas 4 capas de expresión. En este contexto, es común identificarse con logros, capacidades, apariencia, roles o con asuntos en los que uno se sienta relacionado. Ej.: soy bueno, soy exitoso, soy yogui, soy elevado, soy europeo, soy madre, soy profesional, soy espiritual, soy un luchador, soy excelente, soy un fracasado, me falta lograr tal o cual cosa, etc.


A veces esos adjetivos que sentimos que nos definen y nos hacen sentir orgullosos pueden estrechar el campo de lo posible y condicionar nuestra forma de vivir.


El orgullo, como la rabia, la tristeza, la envidia, los celos, o el odio, forma parte del abanico de expresiones que pueden surgir en la conciencia. Son formas de energía legítima, con sus matices, su intensidad y su vibración. Todas tienen su utilidad.


Se ha observado que ciertas emociones de vibración más densa, como el orgullo, cuando se sostienen desde una identificación (“yo soy XYZ”) pueden generar estados internos de mayor tensión o fragmentación.


Estas emociones sostenidas, pueden generar un campo caótico que algunas investigaciones sugieren que afectan la coherencia entre distintos ritmos del cuerpo, como los ritmos cardiacos y cerebrales, y distorsionan la percepción de conexión con el entorno. Esto puede llevar a reforzar la sensación de separación que la mente naturalmente percibe. Yo aquí, tu allá. Yo arriba, tu abajo. Yo bueno, tu malo. O viceversa.


¿Por qué se dice que el orgullo contrae la conciencia?


Cuando hay una identificación fuerte con las capas del ser, es natural que se cree una autoimagen en torno a ellas. Desde ahí, pueden surgir creencias sobre lo que “soy” o “no soy capaz de ser”, lo que “me corresponde” o “no me corresponde hacer”. Y puede pasar que cuando la vida quiera expresarse de una manera distinta, esa autoimagen nos limite, causando resistencia o inhibición.


Tal vez alguien que se autodefine como muy espiritual sienta incomodidad al verse llamado a comprometerse con lo mundano o material. O alguien que se ha movido muchos años en un rol profesional definido sienta resistencia al tener que moverse en contextos como el cuidado del hogar. Quizás alguien que se siente orgulloso de estar siempre de buen humor, sienta que no está bien si está teniendo un día “apagado”.


Te podrías preguntar: ¿qué quiere expresar la vida a través de mí en este momento? ¿Qué lo impide?


No hay respuesta correcta. Ya sea que tengas la creencia de que es posible o no dejarte expresarlo, solo quieres hacer ese pensamiento consciente sin juicio. No importa si lo que la vida está queriendo expresar sea miedo, creatividad, descanso o conexión.


El mérito y la culpa como consecuencias del orgullo


Las tradiciones indican que uno comienza a liberarse del karma cuando deja de creerse el hacedor absoluto de sus actos. Es reconocer que “nada escapa a la voluntad de Dios”. Esto no quiere decir que neguemos las consecuencias, sino las vemos como parte de un entramado mucho mayor.


En este proceso, podemos ver si el orgullo nos ha hecho creer que “podemos solos”. Por lo general cuando vamos superando los obstáculos nos atribuimos el mérito: “yo logré”, “yo soy afortunado”.


El tema es que cuando las cosas no salen bien o se estancan, nos podemos sentir culpables por “no dar la talla” o desamparados, como si realmente la situación dependiera netamente de nosotros. Se puede generar la autocrítica: “algo debo estar haciendo mal”.


Esto se ilustra muy bien en esta historia del Kena Upanishad:


Después de una batalla entre los devas (dioses) y los danavas (fuerzas oscuras), los devas resultaron victoriosos. Felices por el triunfo, comenzaron a creer que habían ganado por su propio poder. Fue entonces cuando Brahman, la conciencia suprema sin forma, apareció ante ellos en forma de un misterioso ser, un Yaksha, con el fin de mostrarles su ignorancia.


Los devas no sabían quién era esa presencia, así que enviaron a Agni, el dios del fuego, para investigar. El Yaksha le preguntó quién era, y Agni respondió con orgullo: “Soy Agni, el que puede quemarlo todo”. El Yaksha le ofreció un trozo de paja y le pidió que lo quemara. Agni lo intentó con todas sus fuerzas, pero no logró encenderlo. Humillado, regresó sin respuestas.


Luego Indra envió a Vayu, el dios del viento. También fue interrogado: “¿Quién eres y qué puedes hacer?”. Vayu respondió: “Soy el que sopla a través de todo el universo. Puedo mover cualquier cosa”. El Yaksha le ofreció el mismo trozo de paja y le pidió que lo moviera. Vayu sopló con todo lo que tenía, pero la paja no se movió ni un milímetro. También volvió derrotado.


Finalmente, Indra, el rey de los dioses, se acercó al Yaksha. Pero apenas llegó, la figura desapareció. En su lugar apareció Uma Haimavati, la Sabiduría Suprema. Ella le reveló a Indra que el Yaksha no era otro que Brahman, la conciencia pura. Le explicó que todos los poderes de los devas provenían únicamente de Brahman


Nada les pertenecía por sí mismos. Era un error creer que habían vencido por mérito propio. Aquello que sostiene el universo y que les da poder es el mismo principio que trasciende toda forma y ego: la conciencia misma.


Mirada sin juicio


Toma un momento para explorar con honestidad y observar aspectos del cuerpo, la mente, la energía o lo que consideras espiritual: ¿qué cualidades, habilidades, acciones o características te generan orgullo?


Luego, si surge, puedes jugar con la pregunta: ¿de dónde vienen estas cualidades, habilidades, dones?


Si, por ejemplo, te destacas en alguna actividad y reconoces que has llegado lejos por tu constancia, podrías detenerte a sentir si esa constancia es algo que tú “has hecho” o algo que simplemente apareció en ti como una disposición natural.


¿Es algo que hice yo? ¿O es algo que simplemente apareció en mí?


También explora lo opuesto. Si hay cosas que no te hacen sentir orgulloso de ti mismo, que te hacen sentir vergüenza o culpa


¿Es algo que yo escojo conscientemente?


Si tienes la intención de cambiar algo pero aún no has podido, nota si la autoexigencia está muy presente y si hay espacio para entregarte y pedir alinear tu voluntad con la voluntad de la conciencia superior.


Quizás puedas confiar en que si debes hacer algo y es bueno para tí y para un bien mayor, la energía llegará en el momento perfecto.


El papel del orgullo en el despertar


La vida tiende a buscar expresarse de una manera única a través de cada persona. A veces, el orgullo puede actuar como una especie de velo, una especie de ilusión del plano mental/astral que no permite que el alma guíe a la personalidad.


A veces aparece como una voz que nos dice que sabemos qué es lo mejor, cuál es el mejor camino. Tal vez desde ahí intentamos controlar lo que no entendemos, y sin darnos cuenta, nos alejamos un poco de lo que el corazón intuye.


Otras veces, aunque lo vemos todo claro, igual volvemos a lo mismo. Si no escuchamos esa guía más profunda, a veces la vida se empieza a sentir enredada, como si nada encajara. Es un caos doloroso, no se puede negar, pero ese caos puede ser un llamado al despertar. 


En algunos casos, se traduce en ansiedad, miedo, confusión, ausencia de satisfacción, depresión, apatía, inhibición, excesiva necesidad de control o síntomas físicos. Todos se podrían interpretar como manifestaciones simbólicas que el inconsciente detona como señal de que hay cierta desconexión con el poder interior. 


Cultivar la presencia plena es clave, pero no como un deber espiritual para resolver algo, sino más como para volver una y otra vez a esa parte de nosotros que ya sabe.


Puede que actuar con coherencia con lo que la vida está buscando expresar en cada momento -sea lo que sea- no sea solo un gesto de autenticidad sino también una forma de servicio cívico para armonizar la conciencia colectiva.


El tema es que algunas veces no sabemos cómo estar presentes, la mente nos gana y lo que queremos es salir corriendo, soltar todo, desaparecer. Eso también merece nuestra compañía. Tal vez estar detrás de estados de ánimo específicos, como estar tranquilos y con la mente en paz, nos llena de más ansiedad si creemos que el proceso debe ser de cierta manera.


A mi me gusta recomendar prácticas como el yoga, la meditación, la oración, la escritura terapéutica, la autoindagación, el silencio, mindfulness, la alimentación consciente, o cualquier otro camino sincero alineados con lo que los maestros llaman “la intención correcta”, porque pueden ofrecer un terreno fértil para que la conciencia se abra.


Pero deben usarse como lo que son, herramientas y no soluciones en sí mismas. A través de ellas podemos abrirnos a una relación más íntima con la verdad, pero quizás lo que nos dará verdadera libertad será rendirnos a la experiencia interna, sentir, dejar ser.


Te invito a preguntarte: ¿Y si en este momento, justo como estoy, la vida ya se está expresando? ¿Incluso en mis resistencias, en mis dudas de si lo estoy haciendo lo suficientemente bien, en mis ganas de esconderme o de mostrarme?


Propuesta para integrar la energía del orgullo en lo cotidiano:


Cuando sientas orgullo por algo -tal vez después de haber hecho algo que sientes como una súper hazaña, o al recibir un elogio o un comentario de reconocimiento o al mirarte al espejo- quédate un momento con eso que aparece sin reaccionar.


En algunos casos pudiéramos sentir el impulso de comentarle a un ser querido “alguien me hizo este cumplido” o “mira lo que logré hoy”.


Si puedes, habita el sentimiento sin hacer nada aún.


Quizás puedas notar alguna sensación física que acompaña al orgullo. Puede ser algo muy sutil o muy claro, ¿hay calor, presión en alguna parte, hormigueo…? o tal vez no sientas nada. No hay una manera correcta de hacerlo.


Si nace el deseo de compartir tu hazaña o sentimiento de orgullo con alguien está bien, déjalo ser.


Solo intenta notar también cómo se siente no hacerlo, aunque sea por un momento cortito.


Puedes indagar en silencio: ¿Se siente distinto cuando no comparto esto que me hace sentir bien conmigo mismo? ¿Cambia algo si me quedo solo yo con este sentimiento de satisfacción?


El día a día está lleno de momentos que despiertan orgullo. La intención es reconocerlo y dejarlo estar.


Tal vez puedas sentarte con ese orgullo, como si te sentaras con un amigo muy querido que habla demasiado fuerte, pero que aún así merece que lo escuches sin juzgarlo. 


A veces solo necesitamos eso, presencia sin juicio.


OM Namah Shivaya.


Con amor,


Astrid 🌬️🕊




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